Al reducir el laboreo, los métodos de mínimo laboreo disminuyen el tiempo de trabajo y las necesidades de potencia. Ventajas para la reducción de costes.
Las técnicas de mínimo laboreo preparan la tierra para sembrar sin el arado, utilizando métodos de trabajo poco profundos.
El menor número de operaciones y la menor necesidad de potencia de tracción repercuten directamente en el tiempo de trabajo y el consumo de combustible. Arvalis estima que los costes de mecanización y de mano de obra representan alrededor del 45 % de los costes totales de la explotación.
Por tanto, reducirlos repercute directamente en los beneficios.
Menos tiempo, menos combustible
Una de las principales consecuencias de no utilizar el arado es la reducción del tiempo de trabajo. El cultivo de rastrojos es dos veces más rápido que el arado.
La siembra directa reduce considerablemente el tiempo de trabajo, con un ahorro de entre el 30 y el 50 %. Arvalis calcula que el tiempo total de trabajo para sembrar trigo disminuye de 4 horas con el arado a 2,5 horas con la siembra directa.
Los resultados son promedios de 10 años, y la superficie cubierta por el equipo es de 120 ha.
La Cámara de Agricultura de Bretaña (Francia) calculó el tiempo que se tarda en sembrar maíz: 2,5 horas cuando se utiliza el arado, 1,5 horas con el método de mínimo laboreo de labranza superficial, y 45 minutos con la siembra directa. Aunque se pasa menos tiempo en el tractor, sí que hay que dedicar tiempo a vigilar de cerca los campos.
¿Para qué tamaño de superficie?
El cambio de las prácticas de cultivo también repercute en el consumo de combustible: menos tiempo y una menor necesidad de potencia reducen claramente las facturas.
Según la Cámara de Agricultura de Bretaña (Francia), se necesitan 30 litros de combustible para sembrar una hectárea de trigo en tierra arada, 22 litros con el método de mínimo laboreo de labranza superficial y solo 5 litros con siembra directa. La diferencia es aún mayor para una hectárea de maíz: 40 litros al arar el campo, 20 litros con labranza poco profunda y menos de 10 litros con siembra directa.
Los costes de plantación se ven directamente afectados. Los métodos de mínimo laboreo reducen los costes en un 30% y la siembra directa entre un 40 y un 50%. Según una estimación de la Cámara de Agricultura de Bretaña, el coste de la siembra de trigo es de unos 80 euros/ha con el arado y de 65 euros/ha con el laboreo superficial (mínimo laboreo). El coste de la siembra de maíz es de unos 120 euros/ha cuando la superficie se ara, frente a los 75 euros/ha del mínimo laboreo.
Un rendimiento económico positivo
Los métodos de mínimo laboreo reducen los costes de plantación, pero ¿es esto cierto si se tienen en cuenta los gastos y los productos?
Simplificar las técnicas de plantación puede penalizar el rendimiento. Un estudio comparativo llevado a cabo por Arvalis en explotaciones europeas encontró una diferencia de rendimiento del 7,3 % entre las parcelas aradas y las parcelas con siembra directa. Sin embargo, las comparaciones de parcelas a largo plazo muestran que, al cabo de unos años, la diferencia de rendimiento entre el arado, el mínimo laboreo y la siembra directa es escasa. Esto se debe al efecto positivo de los métodos de no laboreo sobre la vida del suelo y la retención de agua, que contrarrestan una posible calidad inferior de la siembra.
Tras unos diez años de pruebas, Arvalis llegó a la conclusión de que el beneficio neto era similar para las distintas técnicas de cultivo, ya que los menores costes de mecanización de la siembra directa se ven compensados por los mayores costes de explotación, especialmente el control de las malas hierbas.