¿Qué es el Mínimo laboreo?
El mínimo laboreo o labranza reducida consiste en cultivar la tierra utilizando métodos mecánicos distintos del arado para reducir la alteración del suelo. Este método es cada vez más popular y existe...
El mínimo laboreo o labranza reducida consiste en cultivar la tierra utilizando métodos mecánicos distintos del arado para reducir la alteración del suelo. Este método es cada vez más popular y existe...
Con la introducción de insumos y herramientas animadas, la agricultura moderna alimenta a una población 6 veces mayor que hace 200 años. Desde hace varias décadas, se multiplican las alternativas a la agricultura convencional. Métodos que responden a objetivos muy actuales, conservando al mismo tiempo la productividad, el rendimiento y los recursos, es decir, la agricultura sostenible o integrada, la agricultura de conservación del suelo, la agricultura biológica, e incluso la agrosilvicultura y la permacultura.
Para adaptar las nuevas técnicas agrícolas a los retos mundiales y sobrevivir en un entorno económico cada vez más incierto, los modelos agrícolas se están adaptando. Cada vez son más sostenibles desde el punto de vista económico, social y medioambiental. Cada vez dependen menos de los productos fitosanitarios e incorporan nuevas tecnologías de biocontrol para los cultivos de cereales y otras plantas. Hay más comunicación a nivel local, con la comunidad, con otros agricultores y con organizaciones de investigación aplicada. El objetivo es encontrar soluciones y progresar juntos.
Tradicionalmente, el arado ha sido una de las técnicas básicas de la agricultura. Se ha usado durante siglos. Sigue siendo un medio eficaz para controlar las malas hierbas y preparar un lecho de siembra adecuado para el futuro cultivo. Para luchar contra la erosión, algunos agricultores recurren a sistemas de agricultura de conservación del suelo (ACS). Es el caso, sobre todo, de América y Australia y, en menor medida, de Europa. Este método o técnica agrícola implica muy poca o ninguna labranza y requiere una rotación de cultivos más rigurosa y una cobertura permanente del suelo. Este es uno de los muchos ejemplos de ACS que ilustran la necesidad de mayores conocimientos técnicos y apoyo a las prácticas alternativas.
Los aperos de labranza se perfeccionan continuamente, con más opciones y una acumulación de conocimientos, así como asociaciones con institutos técnicos y granjas piloto. Los fabricantes ofrecen ahora herramientas de labranza innovadoras para limitar los insumos, y equipos digitales, como sensores, para recoger datos, que permiten incluso reconocer las malas hierbas en la parcela. Empiezan a introducir máquinas específicas para responder a las exigencias de las nuevas técnicas agrícolas o de gestión de los cultivos. Por ejemplo, sembradoras capaces de plantar en los residuos y, más recientemente, robots autónomos para sembrar y desherbar.
Producir más y mejor requerirá sin duda una tercera revolución, basada en el dominio de la tecnología digital, la robótica y la genética. Los responsables de las explotaciones ya están utilizando las innovaciones con multitud de dispositivos conectados: estaciones meteorológicas, máquinas autónomas, GPS, lenguaje ISOBUS, etc. Los resultados son impresionantes y los avances técnicos en agricultura muy prometedores. No cabe duda de que en 2050 este tipo de tecnología será habitual y necesaria para responder a los retos del futuro.